En
un frondoso bosque, de un panal se derramó una rica y deliciosa miel, y las
moscas acudieron rápidamente y ansiosas a devorarla. Y la miel era tan dulce y
exquisita que las moscas no podían dejar de comerlas.
Lo que no se dieron cuenta las moscas es que sus patas se
fueron prendiendo en la miel y que ya no podían alzar el vuelo de nuevo.
A punto de ahogarse en su exquisito tesoro, las moscas
exclamaron:
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